Eduardo Matos Moctezuma Sobre La Creación De Colaboraciones Transfronterizas Fructíferas

August 17, 2020
Davíd Carrasco y Eduardo Matos Moctezuma en México en 2019. Foto de Ryan Christopher Jones
Davíd Carrasco y Eduardo Matos Moctezuma en México en 2019. Foto de Ryan Christopher Jones

La Cátedra Eduardo Matos Moctezuma, la primera serie de conferencias que lleva el nombre de un ciudadano mexicano en los 400 años de la historia de la Universidad de Harvard, se lanzó hace tres años como parte de una colaboración entre instituciones culturales mexicanas y Harvard.

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Para examinar cómo perdura hoy esa colaboración y su importancia continua, HDS Communications se reunió (virtualmente) con Matos, el gran arqueólogo mexicano. El estudioso habló sobre las colaboraciones académicas transfronterizas, los debates eruditos que tienen lugar en México y el futuro de la cooperación en la investigación e intercambio cultural entre México y los Estados Unidos.

HDS: Hace tres años, el David Rockefeller Center for Latin American Studies y la Divinity School, con la ayuda del empresario mexicano, José Antonio Alonso Espinosa, establecieron la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma en su honor. Esta es la primera cátedra que lleva el nombre de un mexicano en los casi 400 años de la historia de Harvard. Desde su punto de vista, ¿cuál es el significado de esta iniciativa para el futuro de estudios mesoamericanos y para las relaciones educativas entre Harvard y México?

EMM: En primer lugar, debo decir que es un gran honor para mí el ser reconocido con esta cátedra que lleva mi nombre. Agradezco mucho a Harvard por esta iniciativa, encabezada, claro, por el Moses Mesoamerican Archive and Research Project. Pienso que ha sido una idea muy fructífera que ha expuesto a las personas tanto en México como en los Estados Unidos a las décadas de trabajo productivo que resultaron en la cátedra. Recuerdo que empezó en octubre de 2017 con mi presentación, “De la vida a la muerte: tres momentos transformativos y una pasión verdadera,” en la que hablé ante un público desbordante en el Museo Nacional de Antropología, sobre mi búsqueda de conocimiento respecto al mundo azteca. La primavera siguiente di la conferencia inaugural de la cátedra en el Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de Harvard.

HDS: ¿Quién más ha dado conferencias en la cátedra hasta ahora?

EMM: Varios investigadores de primer nivel me han seguido con presentaciones que han alternado cada año entre la Ciudad de México en octubre y Harvard en abril. Por ejemplo, el antropólogo e historiador Alfredo López Austin habló en el Museo Nacional de Antropología en octubre de 2018 sobre uno de sus temas preferidos de la mitología y la cosmovisión en su charla, “El día que salió el sol: trece pasos y un canto.” En abril de 2019 tuvimos el placer de escuchar al gran historiador Javier Garciadiego hablar sobre la Revolución Mexicana de 1910–1920. El octubre siguiente, la doctora Diana Magaloni del Los Angeles County Museum of Art dio una conferencia esclarecedora sobre el Códice Florentino y las diferentes formas en que los españoles y los mexicas se interpretaban unos a otros a través de la escritura y el arte. Y en breve vamos a oír las palabras del gran escritor, Juan Villoro. Además, todas las conferencias han sido transmitidas en vivo en línea y grabadas para que las personas de todo el mundo puedan acceder a ellas. Creo que este patrón de académicos mexicanos hablando en México y en Harvard nos permite profundizar en el estudio de los aztecas (o mexicas como se llamaban a sí mismos) y conocer el pensamiento creativo de diferentes autores sobre esta sociedad y cultura.

HDS: La cátedra celebra el método de investigación interdisciplinario que empleó usted como líder de la excavación del Gran Templo Azteca, conocida como el Proyecto Templo Mayor, que comenzó a finales de la década de 1970. ¿Cuáles han sido algunos de los frutos más significativos de este método en los estudios mexicas o mesoamericanos en el Templo Mayor?

EMM: Los frutos han sido realmente impresionantes. Primero, cuando el proyecto empezó en 1978, conjunté a un grupo de especialistas, incluidos antropólogos, biólogos, químicos, geólogos, historiadores y lingüistas, entre otros, para estudiar los miles de objetos encontrados en la excavación, junto con restauradores para conservarlos. Desde el principio, fue un equipo interdisciplinario que se centró en el Templo Mayor de Tenochtitlan, la capital azteca, y su importancia dentro del mundo mesoamericano más amplio. Todo esto continúa hoy bajo la coordinación de Leonardo López Luján. En los 42 años de la vida del proyecto en curso, este método multidisciplinario ha producido más de 1,200 libros, artículos, reseñas y guías. Estas publicaciones surgieron de mi intención original de comunicar lo que estábamos encontrando en el gran templo, es decir, lo que la arqueología estaba produciendo con el apoyo de esas otras disciplinas. Además, el proyecto ha generado más de 100 tesis de diferentes especialistas, principalmente arqueólogos, antropólogos, historiadores, biólogos y restauradores mexicanos. En otras palabras, ha sido un lugar incomparable para la formación de nuevos investigadores, así como un catalizador para publicar nuestros hallazgos. En esos años iniciales del proyecto, nuestro planteamiento se enriqueció cuando conocí al historiador mexicanoamericano de religiones y profesor en la Harvard Divinity School, David Carrasco, y lo invité a unirse a nuestro grupo porque necesitábamos una perspectiva desde el estudio comparativo de la religión. Comenzamos a trabajar juntos en varias reuniones y publicaciones mientras analizábamos los descubrimientos en el Templo Mayor.

HDS: En el libro Breaking through Mexico’s Past (Rompiendo por el pasado de México), Carrasco habla sobre la primera vez que los dos se conocieron cuando usted era Subdirector de Monumentos Prehispánicos en la Ciudad de México. Él nota que usted le dio un ejemplar de su libro Muerte a filo de obsidiana, en donde se hace mención del gran historiador de religiones Mircea Eliade en la Universidad de Chicago. ¿Qué influencia tuvo el trabajo de Eliade en sus propios estudios sobre el Templo Mayor y Mesoamérica?

EMM: Mircea Eliade fue un gran investigador de religiones. Algo que me llamó la atención después de leer varios de sus libros fue que en la estructura y simbolismo de la organización espacial en el Templo Mayor, pude ver la manifestación física de muchas de las observaciones que él había hecho sobre el mito y los lugares sagrados. Una noción clave fue que tales edificios representaban el centro del universo. Así que me interesaron mucho todas sus obras. Eliade desarrolló esas ideas desde la perspectiva de la historia de religiones y su pensamiento muy claro, didáctico y directo encajaba perfectamente con lo que estábamos encontrando en el Templo Mayor. Eso fue lo que realmente me gustó de él y por qué lo considero uno de los grandes investigadores de religiones. Por eso, pensé que era importante que un historiador de religiones como Carrasco y su Mesoamerican Archive se unieran al proyecto para profundizar nuestra comprensión de lo que Eliade llamó el axis mundi.

HDS: Entonces, la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma es uno de los frutos de la colaboración entre el Proyecto Templo Mayor y el Mesoamerican Archive. Desde su perspectiva, ¿cuál es el significado de la formación inicial del Archive, su presencia actual en Harvard y su fuerte relación con la Divinity School?

EMM: El Mesoamerican Archive fue importantísimo porque a lo largo de los años convocó una serie de reuniones en las que participaron diferentes tipos de especialistas de México y otros países. Por ejemplo, a partir de 1979, nuestras reuniones iniciales incluyeron al gran arqueólogo Pedro Armillas, el historiador afroamericano de religiones Charles Long, el geógrafo urbano Paul Wheatley, la historiadora de arte Doris Heyden, el antropólogo y historiador Alfredo López Austin, la historiadora de arte Elizabeth Boone, el historiador colonial William Taylor, el antropólogo y músico José Cuellar, el historiador de arte John Hoag, el etnohistoriador H.B. Nicholson, la etnóloga Johanna Broda y el arqueoastrónomo Anthony Aveni, entre otros. En fin, fue un grupo fuerte de especialistas, cada quien con sus propias ideas y sus propios planteamientos. Ahora en Harvard es muy importante su presencia porque la cátedra ha hecho posible diseminar ese conocimiento desde diferentes especialistas a una audiencia mucho más amplia en México y los Estados Unidos. Entonces creo que la labor de la Divinity School y el Mesoamerican Archive ha sido importante para el intercambio de ideas y pensamiento de manera libre, transfronteriza y amplia que permite conocer a los mexica y otros pueblos antiguos desde una perspectiva comparada.

Davíd Carrasco y Eduardo Matos Moctezuma en México en 2019. Foto de Ryan Christopher Jones

HDS: Estamos en una época de palabras incendiarias, insultos, y exclusión contra los mexicanos en los Estados Unidos, originadas desde los niveles más altos. ¿Cómo han respondido los investigadores en estudios prehispánicos a este ambiente? ¿Ha afectado esto la colaboración que tiene con la Divinity School y el David Rockefeller Center? ¿Le parece importante esta colaboración en esta época?

EMM: Estas cuestiones son muy importantes para mí. La colaboración ha continuado y está mejor que nunca. Nuestro trabajo no ha disminuido a pesar del ambiente hostil que existe desde algunos lugares muy poderosos en los Estados Unidos. Sigue siendo un intercambio muy positivo entre instituciones de México y los Estados Unidos que amplía el panorama de investigación, enseñanza y especialmente publicaciones, que son otro resultado importante de esta colaboración. Por lo tanto, creo que se está dando un buen ejemplo de lo que debe ser la cooperación y el aprendizaje internacionales.

HDS: ¿Puede hablar usted sobre el interés y el impacto que la cátedra y esta colaboración han tenido en México y con otros investigadores? El decano de la Divinity School, David Hempton, que ha asistido a las conferencias en la Ciudad de México, nos ha contado sobre el fuerte apoyo e interés que el pueblo mexicano ha mostrado en la Museo Nacional de Antropología. ¿Qué impacto ha tenido la cátedra en el público de la Ciudad de México?

EMM: El impacto ha sido muy amplio y positivo. He notado que las conferencias en el enorme auditorio del Museo Nacional de Antropología se han vuelto cada vez más concurridas. También hay un gran interés entre las personas de los Estados Unidos que asisten o sintonizan a las conferencias. Es particularmente alentador que muchos estudiantes en México y en Harvard hagan muy buenas preguntas después de las presentaciones. Es evidente que conocen o han estudiado previamente sobre las culturas mesoamericanas. Además, mi conferencia inaugural y las de Alfredo López Austin y Diana Magaloni han sido publicadas en Arqueología Mexicana, una de las revistas culturales más importantes de México, que ha tenido un enorme éxito desde los años 1990 cuando comenzó. Tiene un tiraje de 35.000 ejemplares y llega a muchos especialistas y no especialistas en todo el mundo. Por lo tanto, las conferencias se comparten más cada año.

HDS: ¿Se han publicado en inglés, por ejemplo, en los Estados Unidos, algunos descubrimientos o nuevas conocimientos resultantes de estas colaboraciones?

EMM: Sí, se han publicado muchos trabajos sobre diversos temas y aspectos de las excavaciones en México y las reuniones del Mesoamerican Archive. Además, muchos colegas del Archivo participaron en la Oxford Encyclopedia of Mesoamerican Cultures, cuyo consejo editorial y muchos artículos tuvieron una amplia representación mexicana. Las colaboraciones del Archive y el Templo Mayor también alentaron la publicación de traducciones al inglés de libros de autores mexicanos como Tamoanchan y Tlalocan de Alfredo López Austin y Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlán de Leonardo López Luján, así como mi Muerte a filo de obsidiana. Todas estas publicaciones ofrezcan buenas muestras de la colaboración entre escritores mexicanos y los de Estados Unidos, Europa e incluso Japón.

HDS: Ha usado usted la palabra “colaboración” muchas veces en esta entrevista: colaboración entre académicos mexicanos e investigadores de otras nacionalidades o de otros países. A lo largo de su carrera, ha animado y apoyado mucho a los alumnos para que avancen en sus estudios y publiquen su trabajo. También ha sido muy generoso con todos los académicos extranjeros que han visitado el Templo Mayor. El diario El País publicó una reseña/entrevista con la autora norteamericana Camilla Townsend sobre su nuevo libro Fifth Sun: A New History of the Aztecs. Uno de los problemas que notó el periodista Pablo Ferri, es que ella margina a los investigadores mexicanos y dice que “Los estadounidenses no tenemos el monopolio del buen trabajo académico, pero creo que producimos más de la mitad.” Ella afirma que este desequilibrio se debe, en parte, al apoyo financiero superior que las universidades estadounidenses brindan a sus académicos. ¿Está de acuerdo que México produce menos de la mitad del buen trabajo sobre los mexicas?

EMM: Recientemente pude ver el libro de la doctora Townsend. Y, bueno, lo primero que llamó mi atención fue su título, que habla de una nueva historia azteca. Esto me parece un poquito pretencioso. Sobre la cuestión de “más de la mitad,” creo que hay muchas publicaciones, algunas muy, muy buenas, de colegas norteamericanos que son mesoamericanistas. Pienso que esto es importante. También mencioné anteriormente cómo el Proyecto Templo Mayor ha producido alrededor de 1,200 publicaciones y 100 tesis de autores de diversas nacionalidades, pero predominantemente mexicana. Entonces pienso que esto da una idea de lo que se está produciendo en México. Los Estados Unidos tienen más recursos económicos que México, incluido el apoyo académico, pero no creo que esto justifique minimizar las muchas contribuciones de los investigadores mexicanos.

HDS: En el propio libro, se tiene la impresión de que la arqueología no es esencial para nuestro conocimiento de los mexicas. Argumenta que estudiar el idioma náhuatl y las fuentes nahuas coloniales es más importante. Además, Townsend da muy poca atención al Templo Mayor, el simbolismo de sus ofrendas, su significado mítico y su papel como el centro del universo mexica. ¿Cuál es su opinión sobre la invisibilidad de todos estos datos y años de investigación por parte de científicos mexicanos a lo largo de casi medio siglo de excavaciones y publicaciones?

EMM: Pienso que hay un error fundamental al considerar la arqueología de esta manera. Siempre he dicho que quienes deseen estudiar las sociedades mesoamericanas antes y después de entrar en contacto con los europeos—ya sean arqueólogos o historiadores—deben tener un conocimiento profundo de los datos arqueológicos y las fuentes escritas pictográficas y alfabéticas. Si uno está favorecido y otros denigrados, se comete un grave error metodológico. Es decir, las fuentes alfabéticas—por ejemplo, las diversas crónicas y anales en español y náhuatl—sí contienen información muy importante. Pero ofrecen una visión incompleta porque en el caso de los mexicas, la arqueología resulta muy relevante y ha proporcionado información muy rica sobre las áreas rurales y urbanas, y especialmente sobre el Templo Mayor y su Recinto Sagrado, que eran el centro de su imperio y de su cosmovisión.

HDS: En su opinión, entonces, lo que hicieron los mexicas con sus manos—su arte, arquitectura, escultura, el diseño de su ciudad y sus ofrendas a los dioses—son tan importantes como lo que escribieron con sus manos en el siglo después de su encuentro con los españoles.

EMM: Todos los materiales que vamos encontrando en el transcurso de las excavaciones son cruciales para nuestro conocimiento del mundo prehispánico. Esta es una fuente muy extensa de información, generada, como dije anteriormente, por antropólogos, biólogos, químicos, geólogos y otros, junto con los físicos para establecer fechas. Entonces, aquellos que dejan de lado esa información están viendo solo una parte del mundo mexica y no entienden que muchos de los materiales que están en las ofrendas del Templo Mayor fueron hechos por el pueblo mexica. Fueron producidos por artistas, escultores, lapidarios, orfebres y otros especialistas, y cada uno de los objetos tenía su propio simbolismo que nos dice lo que los mexicas pensaban y hacían juntos. Entonces una historia escrita desde una perspectiva tan limitada es ver solo una parte sin el complemento de otras, porque la arqueología y las fuentes pictográficas y alfabéticas se apoyan mutuamente y forman una unidad. Aunque el libro contiene algunos datos interesantes, creo que adolece de no prestar la debida atención a las otras partes.

HDS: En ese mismo artículo de El País, Townsend menciona su colega de muchos años, Miguel León-Portilla, el gran intérprete de la literatura indígena de México. Ella dice, “Francamente, ser un gran hombre no significa necesariamente ser el mejor nahuatlato.” Por favor, cuénteles a nuestros lectores sobre los logros de León-Portilla y su importancia en el estudio de los mexica, México y Mesoamérica.

EMM: Creo que Miguel León-Portilla es indiscutiblemente uno de los grandes nahuatlatos mexicanos, pasados o presentes, junto a Alfredo López Austin y Rafael Tena. Nuestro equipo en el Templo Mayor ha trabajado con ellos y otros especialistas en náhuatl que han estudiado diversas fuentes escritas, especialmente las crónicas. Sin embargo, León-Portilla es reconocido no solo en México, sino en todo el mundo como un gran investigador y traductor a tal grado que en los Estados Unidos fue llamado una leyenda viva. Esto nos da un sentido de la importancia de sus aportes. Hace muchos años, tuvo la idea, innovadora en su momento, de darle voz a los vencidos. Esto es muy importante porque él pudo reunir de muchas fuentes indígenas diferentes un conjunto coherente de declaraciones conmovedoras contra la colonización, la guerra y los españoles en su libro Visión de los vencidos.

HDS: A usted y a nuestros lectores les pueden interesar saber que obras de León-Portilla serán utilizadas en un curso titulado “Moctezuma’s México: Then and Now” (El México de Moctezuma: entonces y ahora), impartido por los profesores David Carrasco y William Fash. Además, la Divinity School planea tener algunos eventos en su honor durante este año académico aquí en Harvard. Entonces, la última pregunta para usted implica adivinar el futuro: ¿Cómo le aparece las relaciones futuras entre México y Harvard, y qué van a estudiar los investigadores de ambos lados de la frontera para continuar nuestra colaboración fructífera?

EMM: Bueno, pienso que el futuro se ve muy positivo en el sentido de que si continuamos con el generoso apoyo de José Antonio Alonso Espinosa y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en México, y el Mesoamerican Archive, la Divinity School y el David Rockefeller Center en Harvard, podemos desarrollar nuevos planes y enfoques de investigación con el entendimiento de que nuestros hallazgos serán publicados. De hecho, dado el ejemplo del libro reciente de la doctora Townsend, parece imperativo crear un medio viable para difundir los últimos frutos de nuestra colaboración a la audiencia más amplia posible en una manera más equilibrada, inclusiva y oportuna. La investigación, por supuesto, no termina en un momento dado, continúa. Y nuestra colaboración es un magnífico ejemplo de cómo se deben hacer estas cosas. Entonces, sí, creo que el futuro parece muy prometedor y que podremos emprender varias nuevas líneas de investigación, y quizá no sólo sobre los mexicas, sino también sobre otras sociedades que existieron en Mesoamérica.